2014
Javier Andrés y Rafael Doménech: Más y mejor empleo
Desde los años ochenta el funcionamiento del mercado de trabajo de España es una auténtica anomalía entre las economías avanzadas: tasas de desempleo estructural, juvenil, de larga duración y de temporalidad que duplican las del resto de Europa, una volatilidad excesiva del empleo, una mayor variabilidad del número de ocupados que de las horas por trabajador, un uso limitado del empleo a tiempo parcial, un importante desajuste en las cualificaciones y una enorme dispersión de las tasas de desempleo regional. El resultado es un mercado que ajusta fundamentalmente vía cantidades en lugar de hacerlo con salarios.
El desempleo es un termómetro que refleja las limitaciones de nuestro sistema productivo y educativo, además del deficiente funcionamiento de muchas de nuestras instituciones económicas. Pero la regulación laboral es un factor fundamental, no sólo por su efecto directo sobre las principales variables del mercado de trabajo sino porque a su vez influye en la asignación sectorial de recursos productivos. Y nuestra regulación laboral se caracteriza por una negociación colectiva ineficiente en la que los convenios de empresa están poco extendidos y en la que hay un recurso excesivo a la indexación salarial y a las cláusulas de actualización automática de los salarios. Además, persiste una acusada dualidad entre contratos indefinidos y temporales en la protección del trabajador frente al despido, así como la percepción de una elevada incertidumbre jurídica en los conflictos laborales. Y a esto hay que añadir un gasto en políticas activas por desempleado que es todavía inferior a la media de los países más desarrollados y cuyo diseño es ineficiente en muchos ámbitos, de igual forma que lo es el de unas políticas pasivas que no incentivan adecuadamente la búsqueda de empleo formal y conviven con una elevada economía sumergida.
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… es necesario profundizar las reformas que se han llevado a cabo en tres direcciones. La primera es la modernización de la contratación para incentivar el empleo indefinido. Es necesario simplificar el menú de contratos y proceder a una drástica reorganización del sistema de indemnizaciones equiparándolas a las de los países europeos con menores tasas de temporalidad, para incentivar el contrato indefinido frente al temporal, de manera que éste último tenga un carácter casi residual.
Javier Andrés y Rafael Doménech son catedráticos de la Universidad de Valencia. Doménech es, además, economísta jefe de Economías Desarrolladas de BBVA Research.
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