Las obligaciones en materia de prevención de riesgos laborales siempre han sido uno de los grandes quebraderos de cabeza de las compañías. Sin embargo, la actual crisis del coronavirus ha elevado la complejidad a un nivel superior, multiplicando los deberes y las pautas que las empresas deben tener en cuenta para salvaguardar la salud de sus trabajadores. El desafío no es sencillo. Se trata de una situación sin precedentes sobre la que las organizaciones han tenido que improvisar y actuar sobre la marcha para evitar contagios entre los empleados. A este cóctel se añade una dificultad extra: el deber empresarial de respetar la privacidad de los empleados. Y es que en esta emergencia los datos médicos de los trabajadores son considerados por ley especialmente sensibles, por lo que gozan de una protección mayor.
“Empezó siendo muy caótico; las empresas estaban bastante perdidas porque no hay protocolos para tratar una situación como la actual”, indica Diana Rodríguez, socia de laboral en Ashurst.
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Aunque no se trate de una obligación expresa, Rodríguez señala que, si una compañía tiene la capacidad de mandar a sus trabajadores a casa y no lo hace, “se podría entender que incumple la normativa de prevención de riesgos laborales”, ya que no estaría tomando todas las medidas necesarias de protección. Las sanciones en este sentido pueden llegar a los 820.000 euros en los supuestos más graves.
Ahora bien, ¿qué ocurre cuando no es posible el trabajo remoto? En estos casos, Ana García de la Torre, secretaria de salud laboral de UGT, indica que, ante todo, la firma debe cumplir con las indicaciones básicas de higiene marcadas por las autoridades sanitarias, proporcionando jabón, dispensadores de gel desinfectante y pañuelos desechables en las instalaciones. En los puestos donde haya un mayor peligro de contagio, la dirección debe facilitar guantes, mascarillas o equipos de protección individual en caso de ser necesario. Además, los comercios que por ley deben seguir prestando servicios (como supermercados o farmacias) deben controlar su aforo, asegurándose de que se mantiene la distancia de seguridad entre el personal y los clientes.
Por otro lado, García indica que las organizaciones deben elaborar un protocolo de actuación frente al coronavirus que recoja desde medidas básicas de prevención, hasta los pasos a seguir en caso de darse un positivo (en qué sala se debe recluir al afectado, quién debe ponerse en cuarentena, cómo informar al personal, etcétera). Asimismo, han de extremar las precauciones ante los empleados especialmente sensibles al contagio, como personas con patologías previas o que sufran trastornos inmunitarios, “adaptando su puesto a otro exento de riesgo o, directamente, mandándoles a casa”, asevera la sindicalista.