2012
José A. Herce: La divisoria de aguas del mercado de trabajo (13-3-2012)
Uno de los malentendidos más frecuentes sobre la capacidad de las reformas estructurales del mercado para crear empleo se refiere a la temporalidad de estos efectos. Poco a poco se abre paso en el debate la constatación de que este tipo de reformas no crean empleo a corto plazo, incluso pueden destruirlo si se aplican por una de sus vertientes más peliagudas que es la de la reducción de los costes del despido. Pero también se acepta que a medio y largo plazo sus efectos deben ser beneficiosos.
La temporalidad de los efectos de toda reforma estructural es ineludible: un corto plazo problemático, al menos en potencia, y un medio y largo plazo prometedor, igualmente en potencia. Un balance positivo, en definitiva, a fiado. Pero también hay una contrapartida a corto plazo de ese balance, eso sí, inmaterial: la confianza. Como ven todo cogido con alfileres.
En la reforma del mercado de trabajo, que el Gobierno adoptó por Real decreto Ley 3/2012 el pasado 10 de febrero, ha pasado algo desapercibida una de sus principales motivaciones: hacer la economía más competitiva. Los análisis de la misma han versado fundamentalmente sobre las implicaciones para el empleo derivadas de los ajustes de plantillas y la flexibilización de las condiciones salariales, de jornada, funcionales, etc. que sufrirán los trabajadores.
José A. Herce es socio de Afi (Analistas Financieros Internacionales)
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