2012
Ignacio García de Leániz Caprile: No podemos mirarles a los ojos (16-5-2012)
Fue durante el vuelo de regreso de Washington a Madrid tras asistir a la última reunión anual del FMI. El presidente de una importante corporación financiera española, de los pocos dotados de una sólida formación intelectual y sentido histórico, confesaba desolado a su segundo de abordo: «En los años 50 solicitábamos desde la dignidad de nuestra pobreza ayudas internacionales y nos las concedían sin humillaciones ni dilaciones. Más tarde, ya en los 70, volvimos a pedir fondos para la Transición sin perder nuestro pundonor. También nos las otorgaron con simpatía hacia nuestro cambio de Régimen. Ahora, tres décadas después, al recabar ayudas al FMI, esta vez para nuestro marasmo, nos miran como se hace con el amigo alcohólico arruinado que te está pidiendo más dinero para seguir yéndose de copas». Y tras este desahogo ciertamente revelador, añadió: «Y lo peor no es eso. Es que nosotros no somos ya capaces de mirarles a los ojos. No lo somos. Eso es parte sustancial de nuestro drama, si no el drama mismo». Tras lo cual se sumieron los interlocutores en un silencio melancólico como aquel que recorre el soneto XVII de Quevedo: «Mire los muros de la patria mía…». Que contiene en sus versos, para quien los relea, muchas de las claves de lo que nos pasa desde honduras mayores que Bloomberg o el Ibex 35.
Y es que en los últimos tres años ha venido sucediendo un fenómeno que pasaba desapercibido al narcisismo y vivir en falso de nuestras élites políticas y financieras: en tanto que ellas estaban a lo suyo, mirándose en el lago de la complacencia y ocultamientos varios, el país iba siendo inspeccionado in situ y calladamente por diversos equipos del FMI, BCE y Unión Europea, la Troika al cabo. Tales chequeos exhaustivos se acometían en el plano de las haciendas locales, autonómicas y estatales apoyados a su vez por otro elemento al que tampoco se prestó -por nuestra petulancia dirigente- la debida atención: los informes periódicos que a petición de parte elaboraban los agregados comerciales -cada vez piezas más estratégicas- de las principales embajadas en Madrid, especialmente aquéllos de Alemania, EEUU, China y países escandinavos, cuyos fondos de inversión y de pensiones (que se consideran sagradas en las naciones serias) tantos intereses tenían en España. El nivel de detalle de sus memorándums sorprende por su concreción y conocimiento de causa: como si fueran un verdadero doctorado sobre nuestra almoneda hasta en sus últimos recovecos territoriales y hacendísticos.
Ignacio García de Leániz Caprile es profesor de Recursos Humanos de la Universidad de Alcalá de Henares.
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Lea un amplio extracto de la tribuna publicada por el diario El Mundo (16-5-2012)
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