2012
Ignacio García de Leániz Caprile: Alemania ‘no’ es culpable
Tienen las biografías colectivas, como las personales, encrucijadas en las que según qué camino elijan, se echan su suerte a la espalda para decenios o quizá para el resto de su porvenir. Recuérdese si no la opción que tomó Portugal y sus consecuencias hasta hoy de separase de la Corona española en 1640. O más en nuestro ayer, la senda emprendida por Alemania en 1933 para salir de la ratonera de Weimar, tan distinta a la escogida por el cuerpo electoral estadounidense ante el cuadro del 29. O el suicidio colectivo decidido por Argentina hace ya varias décadas frente a las travesías más arduas, llenas de vueltas y revueltas pero más inteligentes y verdaderas, transitadas por Brasil o Chile. Por no hablar de Grecia, más sombriamente cercana.
Frente al fatalismo histórico -más arraigado de lo que pensamos en el hombre actual- parece imponerse la conocida sentencia de Renan que Ortega difundió entre nosotros: la nación como un plebiscito cotidiano. Esto es, como reino de decisiones que suponen yerros o aciertos con todas sus consecuencias y que plasma a su vez en términos políticos modernos aquel verso cervantino tan vigente ahora en nuestra encrucijada: «Tú mismo te has forjado tu ventura». Para bien o para mal.
Y en estas horas previas a un rescate nacional que parece inminente con un Gobierno de concentración que asoma en ciernes, convendría precavernos frente a una tentación que está ahí, sinuosa y sugerente. Me refiero fundamentalmente al fenómeno de desplazamiento de la culpa que está apareciendo entre nosotros y que en su formación más expresiva viene a sustituir al antiguo «Rusia es culpable» de Serrano Súñer ante el gentío de la Plaza de Oriente, por el «Esta vez, es Alemania». Fenómeno que, no lo olvidemos, conviene propalar hoy también a nuestra dirigencia ante el abismo en el que ya estamos y el Gran Rescate que se avecina con sus graves consecuencias.
Y me parece también que este intento de proyección externa de la culpa es otro síntoma más del proceso de argentinización que padecemos y que convendría atajar cuanto antes so pena de perder definitivamente la seriedad como país. Recordemos, si no, cuál fue una de las causas políticas y sociales que hundió a Argentina desde los años 50: su incapacidad para asumir sus errores propios -que no eran irresolubles- y rectificarlos deportivamente, como Ortega les pedía desde 1939. A cambio, se dedicaron las sucesivas élites patrias a señalar en este caso a EEUU, bien remotos por cierto, como causa de todos sus males para acabar desembocando así, de exculpación en exculpación, en el colapso final de 2001. Son los duros precios que hay que pagar cuando se sitúa uno mismo más allá del principio de realidad.
Ignacio García de Leániz Caprile es profesor de Recursos Humanos de la Universidad de Alcalá de Henares.
-
Lea la tribuna completa publicada en El Mundo (21-6-2012)
(Si desea efectuar alguna consulta profesional en materia de derecho laboral relacionada con empresas, altos directivos o autónomos puede pedir cita en el telefono 934 196 212 o en esta sección)