2021
Xavier Vidal-Folch Vienen 10 años de ajuste
El pulso se promete intenso. En el segundo trimestre la UE decidirá si reactiva el Pacto de Estabilidad —en suspenso desde marzo— para 2022, acaba de anunciar la presidencia semestral portuguesa. La agravación de la pandemia y la consiguiente agudización de la crisis probablemente obstaculicen el retorno inmediato al rigor fiscal.
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El momento propicio, adecuado, para presentar el plan de consolidación fiscal hacia el futuro (mayores ingresos y contención de los gastos; o ambas cosas), sería en abril, coincidiendo con la remisión oficial a Bruselas del programa nacional definitivo de recuperación y resiliencia que debe encajar las ayudas del europeo, bautizado como Next Generation EU.
El tope del plazo para ello es a final de ese mes. Hacer coincidir ambos emitiría una potente señal de que este país opta a que los 140.000 millones de euros previstos sirvan de verdad para emprender las reformas de fondo, estructurales, necesarias (digitalización, I+D, educación, energía verde…) y no solo para compensar con gasto corriente subsidiado, justo pero insuficiente, los daños de la recesión.
Cierto que este debe continuar, incluso aumentarse. Lo recordó Cos el martes, en el Círculo de Economía de Barcelona: “Las empresas ya están muy endeudadas [con las facilidades y avales del ICO], y probablemente no tenga sentido endeudarlas aún más, debemos pensar en capitalizaciones y subvenciones directas”.
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