El tiempo ha demostrado que, pese a dejar perdedores a corto plazo, el resultado de los avances tecnológicos ha sido una mejora de la productividad y del nivel de vida del conjunto de la población. Así ha sido con la imprenta, la excavadora, el tractor, el ordenador personal y tantas otras innovaciones. Con frecuencia surge la discusión sobre si esta vez será diferente, pero con la Cuarta Revolución Industrial.
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Pero en España la urgencia apremia. El paro no tiene rival. Ni la corrupción, ni la situación política ni la inseguridad, la educación, la sanidad, las pensiones ni, desde hace ya bastantes años, el terrorismo. Ningún problema es, a ojos de los españoles, tan importante como el desempleo, como muestran un mes tras otro los barómetros del CIS. Lamentablemente, es un problema singularmente español. España tiene una tasa de paro que cuadruplica la de Alemania, Reino Unido y Estados Unidos, triplica la de Austria, Dinamarca o Suecia y casi duplica la de Francia, Italia y Portugal. En el conjunto de países desarrollados, la tasa de paro española es la segunda más alta, solo por detrás de Grecia, según los datos de Eurostat y la OCDE. Y lo que es peor, es un problema de décadas. Se agrava con las crisis, pero incluso tras periodos de fuerte crecimiento el paro español sigue siendo mayor que el de los países de nuestro entorno.
¿A qué se debe el alto desempleo español? “Obviamente, el empleo fluctúa por razones cíclicas, pero en un horizonte más a largo plazo el nivel de empleo y paro y las diferencias entre países tienen que ver con cómo organizamos el mercado de trabajo. En mi opinión, en España tenemos todavía que corregir la elevada segmentación del mercado de trabajo entre temporales y fijos, y la rigidez en la negociación colectiva de convenios sectoriales”, explica Jimeno, economista y autor del libro Crecimiento y empleo: una relación turbulenta e incomprendida (RBA, 2016).
Jimeno admite que otros factores como el modelo productivo, la falta de tamaño de las empresas españolas, las barreras a la competencia en los mercados o la dotación de capital de las empresas también influyen y en parte explican que, con una misma legislación laboral haya tasas de paro tan diferentes en distintas comunidades autónomas, pero cree que la raíz fundamental del problema está en las instituciones laborales. La reforma laboral de 2012 no ha terminado de resolver por completo estos problemas.