2014
Antón Costas: Remar contra el viento
Estamos entre esperanzados y temerosos, preguntándonos continuamente si hay o no recuperación económica. Es lógico que sea así. La crisis de 2008 y las malas políticas económicas europeas desde 2010 han deteriorado hasta límites difícilmente soportables las condiciones de vida y las expectativas de la gente. Llegando a mandar a muchas personas a las cunetas del paro permanente y a la exclusión social.
Esta situación tampoco es buena para el funcionamiento de la democracia. Y, déjenme decirlo, para el propio sistema capitalista. Los defensores de la economía de mercado tienen que recordar que lo que legítima al capitalismo no es la eficiencia de los mercados o los beneficios de las empresas. Su núcleo moral legitimador es su capacidad para lograr la mejora continuada el bienestar y las oportunidades de la gente.
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Pero volvamos a la cuestión inicial. ¿Hay recuperación o no? Si miramos la economía española, hay señales claras de que, después de más de tres años de caída, estamos viendo un repunte del crecimiento, mayor que el del resto de las economías europeas. Pero aún no se puede asegurar si durará o se trata del “rebote del gato muerto”. Es decir, del rebote que por pura inercia de la caída experimenta una economía cuando choca con el suelo.
¿Qué hay que hacer para consolidarlo? Con el motor principal de la economía gripado por la debilidad del consumo y la inversión, y con el motor auxiliar del sector público desactivado por las políticas de recortes, la alternativa es fortalecer el segundo motor auxiliar, el sector exterior.
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Las reformas que necesitamos son las dirigidas a tres objetivos fundamentales. Primero, aumentar el tamaño medio de las empresas. Todo lo bueno que deseemos para nuestra economía, como la productividad y la competitividad, está asociado al tamaño. Segundo, abrir los mercados de bienes y servicios a la competencia para bajar márgenes y precios. Tercero, incentivar la colaboración entre empresas y sector público para promover la internacionalización y la implantación en los mercados exteriores, especialmente fuera de Europa. Y, cuarto, sacar de la cuneta a la gente a la que la crisis ha echado al paro de larga duración. El crecimiento por sí solo no será capaz de incorporar a esas personas al tráfico económico. Hacen falta políticas específicas.
Antón Costas es catedrático de Economía en la Universidad de Barcelona.
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