2015
Antón Costas: De rentabilidad a productividad
Con viento en popa y a toda vela. La economía española sigue sorprendiendo a propios y extraños con su velocidad de crucero, tanto en términos de crecimiento del PIB como del empleo.
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Las previsiones de empleo van en la misma línea. La OCDE estima que España será el país donde más empleos se crearán, unos 900.000 entre el 2015 y el 2016. Los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del segundo trimestre apoyan este pronóstico.
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¿Cuáles son los motores de esta sorprendente recuperación? Hay dos. Por un lado, factores coyunturales y estructurales internos, como la recuperación del consumo y la continuación del buen comportamiento de las exportaciones. Por otro, un viento de cola, impulsado por la nueva política monetaria del BCE –con la devaluación del euro y la bajada de los tipos de interés– y por la caída de los precios del petróleo.
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Pero hay algo más en esta recuperación que me produce inquietud. La economía española sigue teniendo un comportamiento maniaco-depresivo. Hagan memoria. Fuimos el país que más creció y creó empleo en la etapa de la burbuja crediticia; después, con la crisis, fuimos el país que más empleo destruyó, y ahora parece que volvemos a comportarnos de la misma forma.
¿Qué causa este comportamiento bipolar?
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La respuesta está en una tendencia arraigada de nuestro modelo de crecimiento. Tanto la cultura empresarial y sindical como las políticas públicas favorecen estrategias empresariales de vuelo gallináceo. Estrategias basadas en una visión cortoplacista de la empresa, que buscan más la rentabilidad rápida que la productividad a largo plazo.
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Las políticas y reformas empresariales que hemos llevado a cabo hasta ahora favorecen las estrategias cortoplacistas orientadas únicamente a la rentabilidad: la reforma laboral, las reducciones impositivas o la complacencia con los despidos masivos de los ERE.
Probablemente fue inevitable en un primer momento. Los fuertes desequilibrios económicos y empresariales que trajo la crisis del 2008 obligaron a poner el foco en la recuperación de la rentabilidad y en la reducción del endeudamiento.
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Cuando se cambia el foco de la rentabilidad a la productividad todo cambia en la vida de la empresa, desde las relaciones laborales hasta el interés por la innovación y el I+D. Porque la pervivencia a largo plazo de un proyecto empresarial se basa en eso, en la confianza mutua entre empresa y trabajadores y en la innovación permanente.
Antón Costas es Catedrático de Economía de la Universidad de Barcelona.
Lea el artículo completo de La Vanguardia (29-7-2015) aquí
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